¿Por qué es tanta la obsesión de Arturo Fernández con las esculturas fálicas? El universo moche expuesto en sus artesanías aborda lo sexual, pero en variadas facetas, sin embargo el afiebrado alcalde de Trujillo tiene una fijación con aquellos que representan el enhiesto miembro viril masculino.

Y es verdad: fue esa imagen reproducida en huacos gigantes los que lo pusieron como protagonista en los medios del país y, por consiguiente, en la última campaña municipal. Fue eso lo que le ayudó a ganar, sostiene más de uno en la ciudad capital de La Libertad. ¿Por eso sigue recurriendo a las esculturas de penes moche? ¿Es, digamos, su vieja confiable?

El tema ha vuelto a colación debido a que el lunes apareció la escultura de marras en el ingreso del Palacio Municipal. Ahí la colocó el alcalde, junto al busto del político y filántropo Víctor Larco Herrera. Y la imagen rápidamente circuló por todos lados generando risas, bromas, comentarios ácidos y también, por supuesto, indignación por lo que muchos consideraron un acto abyecto del alcalde con la solemnidad del recinto.

Fernández explicó que era un obsequio, como todas las esculturas similares que ha exhibido con fruición. Parece que tiene amigos que sintonizan con sus aficiones y que son generosos, muy generosos, pues le hacen esos objetos a la medida de sus deseos.

Mientras tanto, la ciudad de Trujillo sigue rumbo hacia lo más cercano al desgobierno, con un alcalde que ayer no se le antojó acudir a la reunión que tuvieron sus colegas con la presidenta en Palacio; un alcalde que pone y saca gerentes de la municipalidad como si fueran instrumentos desechables a su gusto y disposición. Así estamos hoy en la capital de la eterna primavera.