Cuántas mentiras y frases en modo víctima ha arrojado Pedro Castillo a través de una entrevista clandestina dada desde su encierro a un medio español, en la que el pobre hombre se cree aún presidente del Perú, se queja que le hayan dicho terrorista cuando es un aliado del Movadef y cuenta la cantinflesca historia de que fue víctima de “un complot” de la derecha, pero al mismo tiempo admite que su pateadura a la Constitución la dio él para “acercarse al pueblo”.

Apela a su esposa, sus hijos y sus padres para tratar de dar pena. Incluso se queja que hayan cuestionado la fiesta infantil que hubo para su niña en Palacio de Gobierno, como si esta no hubiera sido organizada por una lobista que pugnaba por obtener contratos con el Estado. También afirma que su hijo no pudo estudiar, cuando es sabido que más tarde logró ingresar a una de las mejores universidades del país.

Pero hay dos momentos de esta entrevista que darían risa si no fuera porque quien habla ha sido presidente del Perú. Uno es cuando dice que el intento de asumir poderes absolutos a través del cierre del Congreso fue para “tomar las banderas de la asamblea popular constituyente”, con lo que admite que nos quiso imponer, al mismo estilo de cualquier dictadorcillo de pacotilla, una Carta Magna a través de un golpe y no llegar a ella por la vía legal y democrática.

La otra parte surrealista es cuando se refiere a “las personas de a pie que entramos a la política para cambiar las cosas”. Alguno de sus carceleros debería hacerle recordar a este señor que con gente como Guido Bellido, Guillermo Bermejo, Aníbal Torres, Betssy Chávez, Juan Silva, Geiner Alvarado, Luis Quito, Alejandro Salas, Bruno Pacheco, Kelly Portalatino, sus sobrinísimos, sus paisanos y sus amigotes, no íbamos a ninguna parte.

Castillo ofende a los peruanos con sus respuestas, así como nos ofende el Instituto Nacional Penitenciario (Inpe) al dejar que este sujeto haga lo que le da la gana desde su encierro donde se supone que está bien vigilado, como para que no esté dando entrevistas y azuzando marchas y movilizaciones violentas. El Perú ya ha padecido bastante por culpa de este sujeto, así que bien harían en aplicarle las leyes y los reglamentos penitenciarios para que se quede tranquilo.

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