La elección del nuevo presidente de la CAF (Banco de Desarrollo de América Latina) es fundamental desde el punto de vista geopolítico. El Perú tiene que escoger entre el colombiano Sergio Díaz-Granados y el argentino Christian Asinelli. Para nadie es un secreto que la CAF es una fuente de recursos enorme, un banco en todo el sentido de la palabra, y los recursos de ese banco, en manos del bloque ideológico incorrecto, servirán para afianzar los proyectos totalitarios del socialismo del siglo XXI en todo el continente. La ideología, para expandirse, necesita recursos y si estos pueden ser extraídos de organismos internacionales, tanto mejor. Así es como piensa un sector politizado de la izquierda continental.

La corrupción ideológica se proyecta en la construcción de un tinglado institucional que cobija las pulsiones más populistas camuflándose bajo la pátina de la lucha contra la pobreza. El Perú no debe apoyar ningún intento de promoción ideológica o de captura del poder tecnocrático para fines políticos. En tal sentido, la candidatura del colombiano Díaz-Granados, actual director ejecutivo por Colombia ante el BID, asegura que los quince mil millones de dólares que presta la CAF sean destinados a proyectos realistas sin tinte político.

La reactivación tras la pandemia es fundamental. Para que nuestros países puedan acceder a créditos y cooperación internacional de manera eficiente tenemos que velar por la imparcialidad y el carácter técnico de los organismos que deben ayudar a reconstruir nuestras economías. Mantenerlos lejos de la influencia política no solo es la mejor decisión, es la única opción para garantizar que la autoridad de los mejores técnicos prevalecerá sobre el poder de los políticos.