Esta semana, dos noticias que involucran a figuras del ambiente del entretenimiento local fueron difundidas en los medios, y sobre todo, comentadas en redes sociales con avidez. El director de cine, Frank Pérez Garland, tras una serie de acusaciones por acoso en su contra, usó su cuenta en Facebook para admitir “seducción” y dar su descargo. “Tengo que pedir perdón. Han aparecido muchas denuncias contra mí y debo confesar que la mayoría son ciertas. Por mucho tiempo he seducido de manera intensa, y en algunos casos invasiva, a compañeras de trabajo y alumnas”, sostuvo. Mientras el mea culpa del cineasta causaba revuelo, mucho más alboroto generaba la conductora de televisión Sheyla Rojas,tras una serie de revelaciones sobre su vida personal en el programa “Magaly Tv la firme. Un examigo difundió conversaciones y fotos personales que evidenciaron un encuentro furtivo con un futbolista y hasta los entretelones del asunto. Hasta aquí dos hechos igual de mediáticos, de gran impacto, pero definitivamente totalmente distintos en su esencia. En el primero, las serias imputaciones a Pérez Garland, de comprobarse el acoso, y no la seducción, tras las investigaciones correspondientes, según nuestro código penal merece pena de cárcel efectiva. Quienes lo señalan como agresor, lo hicieron al sentirse vulneradas y esperan una respuesta inmediata de la justicia- En el caso de Rojas, la exposición de su intimidad fue por puro morbo, no representa un asunto de interés general y lo más importante; no es un delito. Que no nos guste, que para algunos y algunas, ella no sea un ejemplo vivo de la moral y las buenas costumbres, es un asunto debatible. Pero a la conductora le llovió de todo, desde los insultos más alucinantes en redes, la descalificación en los medios y la pérdida de su trabajo en televisión. Al futbolista incluido en el asunto, ni con el pétalo de una rosa, hasta su exesposa salió a “limpiarlo”, al decir que puede hacer con su vida lo que desee porque ambos están separados. Al cineasta se le ha abierto una investigación, pero la mayoría de sus colegas hacen mutis. En resumen, siempre la mujer termina afectada, señalada, y lo más lamentable es que, hay quienes aún afirman que el machismo en la sociedad es una anécdota, no afecta y no se debe hacer nada para combatirlo.

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