Nunca he visto un candidato presidencial tan veleidoso, como el profesor Pedro Castillo. El resultado de la primera vuelta lo ha envalentonado y, de hablar bajo el eco de su sombrero de paja palma, pasó a gritar y, Keiko Fujimori, con tal de sacarlo al fresco, lo siguió hasta su comarca, Chota, donde lo enfrentó, en medio del griterío de los ronderos, cumpliendo su exigencia. Si ese debate le pasó una gran factura lo sabremos el 6 de junio.

La pose de mandón, conectada al mismo síndrome que domina a Nicolás Maduro y los demás caimanes del mismo pozo, también lo llevó al fiasco de retar a la candidata de Fuerza Popular para un careo en la puerta del penal Santa Mónica, como para lacerar sus heridas de ex prisionera, pero al final no honró su “palabra de maestro”. El “no te corras, Pedro, no te corras” otra vez se posicionó como tendencia, mientras él pululaba por La Victoria.

En resumen, el discípulo del comunista Vladimir Cerrón pidió una confrontación de ideas en su tierra, la bella Chota, y Fujimori Higuchi cumplió su antojo. Y, por si fuera poco, el choque del estribo del 30 de mayo entre ambos, auspiciado por el JNE, será en Arequipa, el Sur, donde el postulante de Perú Libre suma más adeptos. ¿Qué otra gollería demandará? Solo falta que pida de moderador a Evo Morales y el disloque estaría completo.

Hay quienes -siguiendo a la manada- se llenan la boca acusando a la prensa de “mermelera”. Solo recuerden quién descubrió los principales casos de corrupción. Nuestro leitmotiv en esta elección es refrescarles que ya nos equivocamos demasiado en las ánforas y que entiendan, sobre todo los bolsones populares, que un Gobierno nacionalizador e intervencionista se traerá abajo la economía nacional. Y esa magra historia podría escribirse con un lápiz.

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