Después de leer la novela de Jaime Bayly, “Los genios”, debo decir que, si bien no se puede considerar como una obra mayor, sí podría decir que es uno de los mejores libros escritos por el periodista y autor peruano. Bayly deja en evidencia con “Los genios” que es un narrador con oficio, si acaso aún quedaban dudas (tiene más oficio, la verdad, que muchos de los que se pretenden novelistas mayores). Y que aventurarse como “kamikaze” en la literatura es lo suyo. Con su último libro, no volverá ni por asomo a ser amigo de los Vargas Llosa y su entorno.

Es cierto: la novela de Bayly es ligera, sin grandes profundidades y complejidades, pero es más o menos lo que él siempre ha mostrado en sus publicaciones. Sin embargo, hay componentes nuevos y se diría hasta ambiciosos. Por ejemplo, el uso de la tercera persona y algunos flash back.

Pero, sin duda, lo que más quedará de la novela es la comidilla, el chisme, y esa línea entre ficción y realidad en torno a la comentada ruptura de la amistad entre los premios Nobel Mario Vargas Llosa y Gabriel García Márquez. Eso lo explota muy bien el autor.

Es cierto que Vargas Llosa, en apariencia, queda peor parado en la novela en relación a García Márquez. El genio colombiano termina siendo un personaje entrañable, bailarín y cantante de vallenatos, chispeante y bebedor, un hombre que festeja la vida con sabor caribeño. En cambio, el genio peruano, intelectual en el sentido estricto del término, se asemeja más al prototipo de hombre obsesionado con su oficio y sus pasiones mujeriles.

Pero la novela es también un homenaje a estos dos escritores paradigmáticos, inmortales, totales, universales, que alguna vez fueron hermanos de la vida y que se distanciaron para siempre. Su legado y su época quedan retratados por Bayly de un modo por demás delicioso.