En la década de los 50, dos famosos sismólogos, Benno Gutemberg y Charles Richter, el primero asesor de tesis doctoral del segundo, decidieron encontrar la manera de medir el tamaño de los sismos que ocurrían en California – EE. UU. Richter observó que las señales sísmicas registradas a una misma distancia epicentro-estación presentaban diferentes amplitudes, siendo el de menor tamaño del orden de 1 micra, sismo que consideró tendría una magnitud de 3.

Posteriormente, por recomendación de Gutemberg, para escalar las amplitudes mayores usó una escala logarítmica y un factor de atenuación de la amplitud debido a la distancia epicentro-estación de registro. De este modo, se concluyó que cada grado de incremento en la escala de magnitud, correspondería a 30 veces más energía a ser liberada. Así surge la escala de magnitud local (ML) más conocida como escala Richter, y que junto a las de ondas de volumen (mb) y ondas superficiales (Ms) usaban registros del sismo obtenidos en papel fotográfico.

En la década de los 90, se empezó a difundir el registro de los sismos en formato digital y esto obligó a buscar otra escala que permita aprovechar la mayor ventaja de este tipo de registro, la no saturación de la señal sísmica registrada. Es así como el sismólogo contemporáneo Dr. Hiro Kanamori, propone la magnitud momento (Mw), que a su vez se origina de otro parámetro importante como el momento sísmico, cuyo valor dependerá de las dimensiones del área de ruptura, la rigidez de la roca a romperse y los desplazamientos producidos. Es decir, el tamaño del sismo dependerá de las fuerzas aplicadas por unidad de área. De este modo, la escala Mw no presentará saturación y puede medir el tamaño de cualquier sismo.

Hoy en día, esta es la escala internacional para medir el tamaño de los sismos. Por este motivo, en el IGP seguimos haciendo “Ciencia para protegernos, ciencia para avanzar”.

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