Con tanta alarma y gran cantidad de malas noticias por el coronavirus no es fácil conservar la calma en el Perú. Ahuyentar temores, tanto los razonables como los exagerados, es un asunto complicado. Es evidente que si los problemas de salud derivados de esta epidemia se magnifican la situación puede ser incontrolable y pueden generar hasta problemas políticos. El escritor Gabriel García Márquez decía que peor que la mala salud es la mala fama. En este caso, la mala fama del coronavirus puede traernos más problemas que los predecibles.

Un joven en Tenerife, España, ha dicho que “estamos hasta las narices del circo que se ha montado por una enfermedad que mata menos que la gripe común”. En tanto, un muchacho en Castellón, también en España, afectado por el coronavirus, dio una entrevista y dijo: “Estoy superbién. Se trata con paracetamol y punto”.

Según la Organización Mundial de la Salud el porcentaje de fallecidos por coronavirus en China está entre el 2% y 4% y fuera del país asiático el porcentaje es mucho menor: el 0.7%. La mayor mortalidad se da entre el grupo de mayores de 60 años: el 51% del total, mientras en el grupo de niños de 0 a 9 años nadie murió. Adicionalmente se estima que el 98% de infectados se recupera mientras el 80% no requiere atención médica. Desde la otra vereda, algunas cifras indican que la gripe común mata más personas.

El Gobierno debe saber que el manejo de la salud en esta coyuntura es un tema delicado y debe evitar algunos errores como el exceso de alarma y por otro lado, el de la subestimación. Al final, este tema también es político y económico. No sólo porque debemos estar preparados, aprobar presupuestos y tener todos los medicamentos necesarios, sino también porque la China está casi paralizada y se perjudicará la relación comercial con el Perú, principalmente en la compra de nuestros minerales.

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