Hay manifestantes en las calles que marchan y protestan por desesperación y cólera, hartos frente al estado inoperante administrado por sucesivos gobernantes que no cumplen sus promesas ni les resuelven sus problemas existenciales más básicos.

Pensando en el dolor e impotencia de los protestantes legítimos evoqué el cuento “Paco Yunque” de César Vallejo. Se trata de un niño provinciano hijo de una empleada doméstica de la casa de la hacienda, que asiste a la única escuela rural a la que también asiste Humberto Grieve, hijo del dueño.

Paco Yunque presencia constantemente el favoritismo del maestro hacia Grieve que incluía ignorar sus travesuras y falta de entrega del trabajo escolar. En ocasión de la entrega de un trabajo final, Grieve le roba el suyo al aplicado estudiante Paco Yunque, lo hace pasar por suyo y obtiene una buena nota, mientras Paco Yunque es sancionado por no haberlo entregado. Con la cabeza agachada y muy dolido, Paco solo atinó a llorar por la gran injusticia cometida, temeroso de protestar porque eso podría costarle el empleo a su mamá.

Vallejo relata así una de las tantas historias de discriminación, explotación y abuso de parte de los poderosos frente a la población más vulnerable, que a lo largo de la historia ha tenido que agachar la cerviz para no agravar sus penas ni perder lo poco que tenían.

El terremoto social expresado por las manifestaciones populares debieran llevarnos a todos a una seria revisión de lo que nos pasa como sociedad, si queremos reencontrarnos como peruanos que quieren vivir democráticamente juntos, incluidos y en paz.

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