Debido al encierro causado por la pandemia, muchas personas han reducido considerablemente su movilidad física. Si para los adultos viene siendo complicado, ansiedades y aumentos de peso incluidos, para los niños es absolutamente dramático.

Los niños aprenden mucho a través del movimiento y de su cuerpo, a través del juego físico exploran la sociabilización. Liberan su enorme cantidad de energía corriendo, gritando, exclamando, riendo. Todas esas vivencias han sido cortadas de raíz y su casa se convirtió en su mundo entero, sumado a que para un niño pequeño 6 meses se siente como una eternidad.

La actividad física también es indispensable para la salud mental y a través del cuerpo, los niños (y adultos) pueden procesar sus frustraciones y fastidios. Hemos priorizado la salud física, sin embargo, sin salud mental, la salud física se evapora. Somos un organismo integrado y tenemos que encontrar formas de mantenernos en movimiento mientras que cuidamos nuestra salud.

La mejor manera de fomentar el ejercicio y el movimiento físico es a través del ejemplo. Los niños tienen que ver a los adultos sostener una disciplina, para inspirarse y convertirlo en una práctica cotidiana. También es importante tener en cuenta el tipo de movimiento que disfruta cada niño. Si un niño detesta correr, no tiene sentido obligarlo a trotar. Será contraproducente y asociará deporte con una situación desagradable.

Debemos mantener una mente abierta y tener claro que nuestro objetivo es promover el movimiento. Por eso, la danza o simplemente inventarse en familia rutinas de entrenamiento divertidas son rutas a explorar. Como diría Einstein “La vida es como montar bicicleta, para mantenernos en equilibrio, tenemos que mantenernos en movimiento”.