Me han preguntado “¿Qué sugiere a las autoridades educativas durante el próximo quinquenio?” ¿O al nuevo ministro de Educación al iniciar su gestión? Siempre he contestado que lo más conveniente es “cambio en la continuidad”. Entre otras, está en marcha la reforma magisterial. En estas y otras políticas educativas se debe seguir con lo que camina bien, mejorar la que presenta avances, y cambiar donde se observa debilidades. Por eso, hay que fortalecer y mejorar la reforma magisterial que se inició el 2007, desde luego, teniendo en cuenta que “la meritocracia”, es el fundamento central de esta política de Estado.

En lo que corresponde a la evaluación para nombramiento de docentes y directores -en desarrollo- es indispensable no precarizar la carrera con pruebas y procesos que no responden al ejercicio de una buena profesión magisterial en beneficio de los estudiantes. Tampoco con evaluadores, normas, procedimientos y rúbricas de evaluación controversiales. Por ello pregunto: ¿Por qué se han encargado, en diciembre pasado, a directores, mayoritariamente por promoción interna y a especialistas y funcionarios de las UGEL y DRE? ¿Por qué no se realizó la encargatura a directores y especialistas que estaban en funciones en diciembre del 2022 para el año 2023?

Es indispensable que las nuevas autoridades del ministerio de Educación revisen y reformulen urgentemente lo que sea necesario para tener resultados óptimos. Estoy de acuerdo con que se nombre la mayor cantidad de maestros (que no se precarice el nombramiento como ha venido sucediendo) pero siempre y cuando tengan los méritos profesionales necesarios para el ejercicio de una docencia de calidad e inclusiva y . de ninguna manera, por afinidad ideológico-partidaria-sindical. Finalmente, es necesario promover una Ley para que los concursos sean anuales hasta el 2026.