Es saludable la Municipalidad de Lima haya decidido prohibir las marchas para evitar la violencia en parte de su jurisdicción debido a que desde inicios de año ha quedado claro que las movilizaciones no son siempre pacíficas, y que el vandalismo se ha adueñado de los reclamos contra el actual gobierno.

Las autoridades locales están en la obligación de proteger el patrimonio público y privado, así como el bienestar de sus vecinos y de quienes transitan por sus pistas y veredas. Si no lo hicieran y dejaran todo a merced de quienes han demostrado que nada tienen de pacíficos, estarían incumpliendo con su misión.

Algunos desde la orilla izquierda se quejan de estas medidas, pero qué se puede hacer. ¿Esperar a que el Centro de Lima sea nuevamente destrozado? Hemos sido testigos de gente rompiendo pistas y veredas para atacar a la Policía Nacional. Imposible no tomar medidas para impedir que esto se repita. Además, quienes pagan la refacción somos todos los ciudadanos.

Sin duda, quienes estarán agradecidos con estas medidas serán los comerciantes y sus trabajadores, que ante cada manifestación violenta se ven en la obligación a cerrar sus puertas por temor a perder lo invertido.

Quizá si luego de un tiempo los manifestantes demuestran que realmente salen a protestar de forma pacífica, decisiones de este tipo puedan ser reconsideradas. Por ahora creemos que es imposible.

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