Ramen de sala y de salón
Ramen de sala y de salón

Por Javier Masías @omnivorusq

Que no le quepan dudas de que el mejor ramen de Lima lo sirven en Maido. Puede que S/.45 suene a mucho dinero para una sopa, que el lugar siempre ande lleno y que encontrar un sitio en la barra resulte más difícil que pasar un camello por el ojo de una aguja. También es cierto que los fines de semana hay reserva sobre reserva en una lista de espera que desanimaría a cualquiera. Pero cuando pruebe la sopa, descubrirá que los camellos son capaces de cosas asombrosas. Es posible que sienta que ha encontrado el amor o algo que se le parece mucho: la pasta es elástica y jabonosa, el sabor es elegante y profundo, y la textura gelatinosa del caldo, por la cuidadosa reducción del mismo a un quinto de su volumen, encierra una intensidad estupenda. Si es de los que vibran con estas cosas, puede que el recuerdo lo acompañe por un invierno o por un año. Si no viviera a siete cuadras de Maido, probablemente cruzaría la ciudad por un tazón humeante. Me pregunto qué pasaría si viviera en otra parte del Perú.

Pero por más que lo desee mucho -y que con toda certeza esté dispuesto a pagar más-, no siempre hay sitio. Así uno mueva cielo y tierra, es difícil cuadrar antojo con disponibilidad. Y también es cierto que a veces uno se rinde ante el placer de lo inmediato, que no siempre se tienen ganas de tomarse tantas molestias. Finalmente, desde que nació, el ramen es una comida económica y rápida. Lo que nos lleva al tema de este artículo, el segundo mejor ramen de la ciudad o al menos de cuantos he probado hasta ahora en Lima.

Los argumentos de Tokio Ramen son muy sencillos y, en algunos casos, totalmente contrarios a los de Maido. Sí, también se nota el trabajo de sus caldos, pero no son elegantes y no llegan a la complejidad del restaurante miraflorino, aunque le gana fácilmente a todos los demás bowls que se ofrecen en ese y varios otros distritos. Se adivinan añadidos industriales procedentes de frascos de aquí y allá, pero el sabor es, por lo general, balanceado y uno puede pedir el nivel de “sal” que quiere en el plato. Dicen las meseras que los fideos se mandan a hacer según una receta de la casa, y si bien no son perfectos -en Lima es muy difícil encontrar fideos de ramen aceptables-, se disfrutan plenamente. Y salvo las noches de fin de semana, en que a veces hay que esperar un ratito en la puerta, para disfrutarlos basta con llegar, sentarse y pedir lo que se desea ante un servicio que, además, se muere de ganas por atenderlo. En mi caso la orden ha llegado siempre en menos de diez minutos.

Los precios y las cantidades también son otros. Dependiendo del tipo de sopa y cuántos trozos de cerdo quiera tener en el plato, se pagan entre 17 y 33 soles por la porción normal y entre 22 y 44 por la grande, que trae casi el doble, aunque hay que decir que la porción estándar ya es generosa. Aquí aplica eso de que nunca es demasiado y demasiado no es suficiente. Solo arreglaría algunas cosas. Tanto la música como el decorado hacen que esto parezca un parque temático japonés. De los parlantes brota solo j-pop, y en las paredes hay memorabilia de todo tipo, incluyendo una imagen que en el mismo encuadre coloca a dos luchadores de sumo, el monte Fuji, La Gran Ola de Kanagawa y caligrafía a tono. El lugar no está demasiado bien puesto, pero nadie viene por las paredes sino por la sopa.

Atención a las versiones picantes, tanto la miso como la de curry. Si desea acompáñelas con una orden de gyozas -pídalas bien tostadas en la plancha- que no son excepcionales pero aportan una nueva textura en la mesa. Quienes tengan mucha hambre podrían interesarse por alguno de los fondos, básicamente pollo o cerdo empanizado, con distintas salsas y guarniciones: teriyaki, curry japonés, arroz, ensalada. Son cosas simples y caseras por las que nadie se tomaría mayores molestias, pero que tampoco saben mal ni están mal ejecutadas. En resumen: si el ramen de Maido es un ritual solemne, el de Tokio Ramen es una fiesta. El primero es una ceremonia del placer y el segundo, un placer para todos los días.

Tokio Ramen

Calle Tizón y Bueno 663, Jesús María. Telf. 262 4666. Martes a domingo, almuerzo y cena.

Maido

Calle San Martín 399, Miraflores. Telf. 446 2512. Lunes a sábado, almuerzo y cena; domingo, solo almuerzo.