La noche de ayer, el Estadio Nacional a recinto lleno, presentó el segundo de cuatro conciertos de la estrella de la bachata, Romeo Santos, el primer megaevento del año y que se lleva a cabo en tiempos de convulsión política y social que está generando severa crisis en diversos sectores de la economía. La industria del entretenimiento no podía estar ajena a esta realidad, y es conocido que varios importantes espectáculos de artistas internacionales han sido cancelados o postergados, lo que está perjudicando no solo a los empresarios que apuestan por este tipo de eventos, sino a toda a una cadena de negocios anexos que se mantienen con los shows. Ante ese terrible panorama, hay que anotar un grave problema, que no es de hoy, pero que se ha acrecentado en los últimos años debido a que nuestra capital se ha convertido en un punto obligado de espectáculos protagonizado por estrellas de categoría mundial. La falta de escenarios apropiados para conciertos ha obligado a empresarios a alquilar espacios en los que se monta el escenario y el aforo de los espectadores. Hace algunas semanas, el flamante alcalde de Surco, Carlos Bruce, tomó una drástica medida que no fue bien recibida por los empresarios que habían programado eventos en su distrito. Los llamados Plaza Arena, Arena Perú y Explanada Olguín, espacios en los que se anunciaban espectáculos musicales masivos fueron cancelados.  “Estos conciertos no dan tranquilidad a los vecinos, generan congestión en las avenidas  principales y no tienen sistemas de evacuación de emergencia que garanticen la integridad de las personas que asisten a los shows. “, señaló Bruce. Valgan verdades, uno de los tres referidos locales, sí era una bomba de tiempo, pero los otros dos, podrían haber seguido presentado eventos, y afinando con las autoridades lo que se considera que se debe corregir, pero lo urgente es que se habiliten escenarios como existen en las más importantes capitales del mundo. Si bien se ha construído un local de eventos en la Costa Verde, al parecer su ubicación y accesibilidad no anima a los empresarios a programar allí sus conciertos. Mientras no se resuelva ese problema, se tendrá siempre que improvisar escenarios, lo que no es lo ideal para una importante plaza como la de Lima.

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