Faltan 5 pa’ las doce, el año va a terminar. La verdad, Gabino Pampini, es que deseamos que el 2020 se largue ya (por donde vino). Queremos llegar, ipso facto, a cuando al punto final de los finales no le siguen dos puntos suspensivos, como filosofa Joaquín Sabina. Es decir, quemar sin más tiempo al año viejo, ese que nació en enero con el coronavirus bajo el almanaque, y voltear la página ahora en busca de la vacuna.

Según el horóscopo chino, 2020 es el año de la rata. Y los chinos nos prometían: “te encantalá”. Este roedor está asociado con la inteligencia, la agresión, la riqueza, pero también con la muerte, la guerra, lo oculto, la pestilencia y las atrocidades. Más preciso no pudo ser: 1,7 millones de fallecidos en el mundo, al menos 37,368 de ellos peruanos. Así, al decir “Feliz Navidad”, se forma un nudo en la garganta.

Una hecatombe virulenta que suma una nueva cepa que se disemina desde el Reino Unido. “Resistiré, erguido frente a todo. Me volveré de hierro para endurecer la piel. Y, aunque los vientos de la vida soplen fuerte, soy como el junco que se dobla, pero siempre sigue en pie”. Y es que no queda otra alternativa que cuidarnos, no obstante, cuesta aceptarlo, hay compatriotas que soslayan el ¡sálvese quien pueda!

Riqueza advertía la rata china. Seguramente la que irá a parar a los laboratorios que nos utilizaron como conejillos de indias y ahora nos mandan a la cola. Desde luego que aquí hemos tenido unas ratiñas que, por hacer política de cloaca, descuidaron la inmunización del país. A ellas hay que aplicarles la vacuna punitiva en grandes dosis porque estamos frente a una traición a la salud de todos los peruanos.