Si bien el Congreso logró reunir los votos para que un eventual adelanto de elecciones vuelva a ser evaluado en la Comisión de Constitución, al no ampliarse la legislatura (que terminó el viernes 17 de febrero), la posibilidad de ir a comicios este año es cada vez más lejana, por no decir que es imposible.

Un adelanto directo de elecciones necesita que, en dos legislaturas distintas, el dictamen trabajado en Constitución alcance 87 votos, mientras que la otra manera es que el eventual adelanto obtenga 66 adhesiones a favor en el Parlamento y, una vez superado este obstáculo, que la propuesta sea sometida a referéndum.

Dada la atomización existente en el Parlamento, las segunda opción es la que parece más probable de conseguirse, pero también la que más tiempo tomaría porque no existen de antecedentes de una consulta popular que no haya ido enmarcada en un proceso ya convocado.

El país está en una situación cada vez más precaria donde el Ejecutivo impulsa una salida constitucional que el Legislativo no consigue aprobar por distintos motivos y, en medio, está la ciudadanía que padece por la crisis, las protestas y el abandono de distintos gobiernos.

Todo esto forma un caldo de cultivo para grupos violentistas que están aprovechando la situación para incrementar el caos.

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